sábado, 19 de abril de 2014
Un día como hoy 19 de abril
Hoy, mis apreciados lectores, nos remontaremos al 1529 cuando en Alemania, ciudades independientes protestaron por el Edicto de Worms, comenzando el movimiento protestante.
Debido a los errores de la Iglesia católica romana, que durante mucho tiempo había estado atesorando bienes materiales y se había empeñado en una lucha por el poder terrenal, las capas sociales más bajas, campesinos, artesanos y comerciantes estaban descontentos con las jerarquías eclesiásticas, que se llevaban el diezmo de sus bienes y de los que prácticamente no recibían nada a cambio. La vida de lujo y pecado de los cardenales y obispos en Roma era bien conocida por toda la población de Europa e incluso reyes y emperadores sentían rencor hacia el Papado que interfería frecuentemente en el gobierno. Sin embargo, ya desde el siglo XIII, con Francisco de Asís, se planteaba la cuestión de si la Iglesia debería acumular riquezas o debería repartirlas entre los pobres.
Se denomina “Período de la Prerreforma” al movimiento iniciado por John Wyclif, un peregrino inglés que quería que la gente interpretara la Biblia por sí misma en vez de que la Iglesia tomara decisiones en el estilo de vida de esas personas. En el siglo XIV, Wyclif defendió, en su natal Inglaterra, varias opiniones que atentaban contra la autoridad de la Iglesia, criticando las riquezas del papado y las indulgencias mediante las que los ricos podían comprar el perdón para determinados pecados, incluso por anticipado. Asimismo, hizo que la Biblia se tradujera al inglés y encomendó a discípulos suyos, conocidos como Los Predicadores de los Pobres, para que predicaran en inglés, cuando el Vaticano imponía el latín en todas las predicaciones. Wyclif y William Tyndale pudieron traducir la Biblia al inglés en contra de la Iglesia católica romana, para que las personas pudieran leerla en su lengua vernácula. De estos libros traducidos se imprimieron muy pocos, alrededor de 6,000 ejemplares.
Después de muerto, la Iglesia lo consideró hereje e hizo que, 44 años después de su muerte, su cuerpo fuera desenterrado y quemado en la hoguera, pero sus ideas calaron hondo en el ánimo de Jan Hus, un reformista bohemio que inició una campaña contra la Iglesia. Su ejecución por hereje en 1415 provocó una guerra civil en Bohemia que fue sofocada por el emperador y el Papa. A lo largo de todo este tiempo, tanto el Movimiento Lolardo o Wycliffita, como el Movimiento Husita y la protesta místico-evangélica de Girolamo Savonarola, señalaron de manera objetiva y frontal las diferentes opiniones sobre el cristianismo en la Edad Media, dentro de una perspectiva bíblica y evangélica.
El desarrollo de la imprenta a mediados del siglo XV hizo que las ideas anticlericales tuvieran una mayor difusión, y cuando Martín Lutero publicó, en 1517, sus 95 tesis contra las indulgencias papales, pudo difundir sus ideas mucho más que sus predecesores. Excomulgado por el Papa, condenado por el emperador, perseguido por ejércitos y sacerdotes, Lutero se mantuvo oculto durante más de un año traduciendo la Biblia al alemán y escribiendo artículos que eran publicados y distribuidos masivamente. El resultado fue una revuelta de los campesinos que pensaron encontrar una liberación de la tiranía eclesiástica. Lutero, sin embargo, no pretendía desatar una guerra, por lo que publicó un panfleto en el que exhortaba a los campesinos a abandonar las armas. Ante esta actitud conciliadora de Lutero a dicha revuelta, muchos nobles se volvieron partidarios suyos.
Tras el fin de la revuelta, Carlos V concedió que cada Estado pudiera decidir, dentro de su propio territorio, sobre cuestiones religiosas, pero en 1529 la mayoría católica romana hizo que se derogase esta norma. Los luteranos elevaron su más enérgica protesta, lo que les hizo ganar el antes mencionado apodo de “protestantes”. Carlos V estaba empeñado en acabar con los luteranos, pero distraída su atención por varias guerras contra Francia y el Imperio turco, no pudo enviar tropas hasta quince años más tarde. Para entonces ya era tarde. El luteranismo se había convertido en la fe de más de la mitad de la población de Alemania y, aunque se perdieron batallas al principio, los luteranos consiguieron ganar la libertad religiosa.
En el plazo de dos décadas más, la Reforma se había expandido por la mayor parte del noroeste de Europa. En Inglaterra el rey Enrique VIII rechazó la autoridad papal sobre la Iglesia, y la Iglesia de Inglaterra entró en una reforma que la volvió una entidad esencialmente protestante (aunque a menudo los anglicanos, también llamados episcopalianos, se clasifican aparte). En Suiza, Francia, partes de Alemania, de Escocia y de los Países Bajos, comenzó una segunda corriente de reforma no luterana, influenciada principalmente por Juan Calvino, el francés convertido en ginebrino, y el líder suizo Ulrico Zuinglio.
Al mismo tiempo apareció un estilo más radical de Protestantismo en el ala izquierda del movimiento. Anabaptistas, menonitas y otros rebautizaron cristianos y los iniciaron en un movimiento que rechazó drásticamente las prácticas católicas romanas, incluso las que el Luteranismo, Calvinismo y Anglicanismo no habían rechazado.
Como se ha mencionado, la Reforma se extendió desde sus bases originales a Escandinavia y la Europa Central, pero apenas penetró en Rusia y en el sudeste de Europa, donde prevalecía la Iglesia ortodoxa, o en la Europa meridional, que seguía firmemente católica romana. Después de una serie de guerras religiosas desde mediados del siglo XVI hasta mediados del XVII, la mayoría de los protestantes (excepto los radicales) y los católicos romanos adoptaron el principio de que los gobernantes de una región determinarían la religión de esa provincia o Estado. La separación de la Iglesia y el Estado, un principio que otros protestantes vinieron a sostener a fines del siglo XVIII, comenzó a romper la primacía protestante en el noroeste de Europa.
En la última parte del siglo XVIII y a través del siglo XIX y hasta el presente, los misioneros protestantes extendieron el movimiento por casi todo el mundo. Los puntos de penetración protestantes fueron muchas costas asiáticas y africanas, pero no fue sino hasta hace relativamente poco que el protestantismo llegó hasta la católica América Hispana. A partir de 1607, cuando los anglicanos llegaron a Virginia, y hasta finales del siglo XIX, después de la inmigración en gran escala desde Europa del sur y de Irlanda, se creía que Norteamérica, menos Quebec, era territorio en gran parte protestante.
De una forma algo más pacífica, las ideas protestantes se infiltraron en muchos países europeos, unas veces apoyadas por la burguesía, otras por la nobleza, en ocasiones directamente por la monarquía. Apenas cincuenta años después de morir Lutero, el protestantismo había cambiado por completo el mapa de la sociedad.
La idea fundamental del protestantismo es que la Biblia es la Palabra de Dios pero al contrario de lo que siempre afirmaron los católicos romanos, cualquiera puede interpretarla y comprenderla. Así, libres de la autoridad eclesiástica, los protestantes pueden leer la Biblia y tras meditar en lo que han leído pueden sacar sus propias conclusiones, conclusiones que posteriormente podrán ser discutidas con otras personas.
Esta libertad en la interpretación bíblica ha provocado, como efecto a señalar, que a lo largo de los años hayan surgido numerosas denominaciones, cada una con una interpretación distinta de diversos pasajes de la Biblia, pero también ha contribuido a darle un valor al pueblo, libre por fin de la autoridad religiosa, que fue el primer paso para las sociedades más democráticas.
La traducción de la Biblia a los diversos idiomas europeos, favorecida también por el auge de la imprenta, ha contribuido a la difusión de la cultura, haciendo que en los países protestantes el analfabetismo descendiera de forma impresionante.
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