Hoy, mis apreciados lectores, nos remontaremos al 1898, cuando en Francia se firmó el Tratado de París, finalizando así la guerra hispano-estadounidense.
Mediante dicho tratado España abandonó sus demandas sobre Cuba y declaró su independencia. Filipinas, Guam y Puerto Rico fueron oficialmente cedidas a los Estados Unidos por 20 millones de dólares.
Aunque durante las negociaciones España intento incluir numerosas enmiendas, al final no tuvo más remedio que aceptar todas y cada una de las imposiciones estadounidenses, ya que había perdido la guerra y era consciente de que el superior poderío armamentístico estadounidense podría poner en peligro otras posesiones españolas en Europa y África.
El tratado se firmó sin la presencia de los representantes de los territorios invadidos por Estados Unidos, lo que provocó un gran descontento entre la población de esas ex-colonias, especialmente en el caso de Filipinas, que acabaría enfrentándose contra los Estados Unidos en la guerra Filipino-Americana.
El Tratado de París de 1898 se considera como el punto final del imperio español de ultramar y el principio del período de poder colonial de los Estados Unidos.
La Guerra hispano-estadounidense había tenido un desenlace rápido y previsible, debido a la superioridad armamentística estadounidense, A finales de julio de 1898, y todavía en plena guerra, España cominzó a negociar el fin de las hostilidades mediante el embajador francés en Washington, Jules Cambon.
España temía que el conflicto se trasladara al otro lado del Atlántico y se pusieran en peligro las islas Canarias, las islas Baleares y las demás posesiones africanas en el norte de África y Guinea Ecuatorial.