En la antigüedad el sábado era el séptimo día de la semana, sin embargo el 7 de marzo del 321, el emperador romano Constantino I el Grande decretó que el domingo, el día del Sol, fuera considerado como séptimo y principal día de la semana, en reemplazo del sábado ‘día de reposo’.
"En el venerable día del Sol, que los magistrados y las gentes residentes en las ciudades descansen, y que todos los talleres estén cerrados. En el campo, sin embargo, que las personas ocupadas en la agricultura puedan libremente y legalmente continuar sus quehaceres, porque suele acontecer que otro día no sea apto para la plantación o de viñas o de semillas; no sea que por descuidar el momento propicio para tales operaciones la liberalidad del cielo se pierda. Dado el séptimo día de marzo, Crispo y Constantino siendo cónsules cada uno de ellos por segunda vez"
Codex Justinianus, lib. 3, tit. 12, 3