Sabías que un día como hoy,
en 1429 Juana de Arco fue herida durante la campaña que llevaría a la
liberación de Orleans. En 1891, en Madrid, se colocó la primera piedra del
edificio de la Real Academia Española. En 1919 nació Eva Duarte de Perón,
actriz, política y primera dama argentina y en 1965 nació Owen Hart, luchador
profesional canadiense, hermano del legendario Bret Hart.
Hoy viajaremos a Japón, en
el año 1946. Un hombre de 38 años llamado Masaru Ibuka, había regresado a Tokio
el año anterior, la ciudad había quedado destrozada por los bombardeos aliados
durante la Segunda Guerra Mundial. El tercer piso de los grandes almacenes
Shirokiya, se convirtió en su nuevo taller. El exterior del edificio,
presentaba grietas por todas partes.
En octubre, Ibuka y su
grupo establecieron una instalación llamada Tokyo Tsushin Kenkyujo o Totsuken,
que significa Instituto de Telecomunicaciones de Tokio. A pesar del entusiasmo,
nadie sabía al principio qué hacer. La mayoría de los salarios se pagaban
recurriendo a los limitados ahorros de Ibuka.
La fábrica reparaba radios
y hacía convertidores de onda corta o adaptadores que podían convertir
fácilmente radios de onda media en receptores de ondas de cualquier longitud,
cuya demanda crecía rápidamente.
Los adaptadores de onda
corta atrajeron la atención y un periódico publicó un artículo al respecto.
Cuando la guerra llegaba a su fin, un individuo, llamado Akio Morita leyó la
columna que mencionaba a Ibuka e inmediatamente le escribió, quien le contestó
e instó a ir a Tokio.
Ibuka y Morita se
conocieron durante las reuniones del Comité de Investigaciones en Período
Bélico. Ambos se convirtieron en amigos aunque Ibuka llevaba a su compañero más
de doce años.
Además del trabajo
remunerado, las reparaciones de radios aportaron una recompensa adicional, pues
más allá de las comisiones de servicio recibían frecuentemente arroz en las
casas que visitaban para dar mantenimiento.
La fábrica de Ibuka trabajó
en una olla eléctrica para cocer arroz ya que era raro obtener un arroz
sabroso, pero éste fue un primer fracaso para Ibuka y su grupo. El arroz
provenía de un pariente lejano de Ibuka, llamado Shozaburo Tachikawa, que
operaba en el mercado negro. De niño, Ibuka solía visitar a Tachikawa por lo
que se sentía allegado a Ibuka y le admiraba. Al graduarse de la universidad,
Tachikawa había administrado con habilidad los asuntos generales de la Compañía
de Instrumentos de Medición de Japón. En Totsuken, él se ocupó de las finanzas,
del personal y de asuntos generales. Una de sus primeras tareas fue comprar
arroz en el mercado negro.
El 7 de mayo de 1946 más de
veinte ejecutivos y el personal asistieron a la ceremonia inaugural de Tokyo
Tsushin Kogyo, o Totsuko.
El 8 de mayo, Ibuka visitó
el Ministerio de Comunicaciones y recibió un pedido de cincuenta voltímetros de
tubos al vacío. El problema era que encontrarlos en el mercado negro
representaba hacer viajes a Tokio, Yokohama o incluso a la Prefectura de
Ibaraki.
Totsuko se veía obligado a
fabricar su propio equipo. Comenzando con los cautines, hacía destornilladores
utilizando resortes de motocicletas. Construía sus propias bobinas eléctricas y
usaba alambrado eléctrico en los cables telefónicos en sus productos de prueba.
La mayor preocupación de todos, era financiera. El producto de mayor venta que
Totsuko podía ofrecer, fue un cojín calentado eléctricamente. No era un
dispositivo muy seguro porque carecía de termostato y no utilizaba material retardante
contra incendio. Dado que no estaban dispuestos a empañar el nombre de Totsuko,
el producto se vendía con el nombre ficticio Gina Nessuru Shokai. El cojín tuvo
excelentes ventas, pues en ese entonces había escasez de casi todo. La compañía
pagaba a las familias de los empleados por coser forros, adornar cordones con
vainicas y completar otras tareas encargadas.
Al internacionalizarse, se
percataron que el nombre de la compañía, Totsuken, era difícil de pronunciar
para los estadounidenses, por lo que decidieron cambiarlo. Pensaron en la
combinación de varios conceptos: uno es el vocablo latino “sonus”, que es la
base etimológica de "sonido". Otro es “sonny boy”, una expresión
popular que se utilizaba en Japón en aquellos años para describir a una persona
de espíritu libre y vanguardista. El nuevo nombre evocaba a la perfección del
espíritu de la compañía, que era el de unos jóvenes llenos de energía y pasión
por la creación sin límites.
Si mis apreciados lectores,
un día como hoy se fundó lo que hoy es una de las empresas más grandes del
mundo, líder en la electrónica, el audio, el vídeo, los videojuegos y las
tecnologías de la información y la comunicación. Un día como hoy se fundó Sony
Corporation.