Rusia se encontraba en una complicada situación financiera, y temía la pérdida de los territorios de Alaska sin ninguna compensación en algún conflicto futuro, probablemente con sus rivales los británicos, que podrían haber capturado con facilidad una región tan difícil de defender. Por lo tanto, el emperador Alejandro II decidió vender el territorio a los Estados Unidos, mandando a su ministro Eduard de Stoeckl comenzar las negociaciones con Seward a comienzos de marzo de 1867. Las negociaciones concluyeron a las cuatro de la madrugada del 30 de marzo, con un precio final de $7,200,000.
En el momento de la compra, esta fue llamada despectivamente la locura de Seward, la nevera de Seward o el parque de osos polares de Andrew Johnson, ya que daba la impresión de que era imprudente gastar tanto dinero en una región tan remota.
El nombre de "Alaska" proviene de la palabra aleutiana alaxsxaq, que significa literalmente "el objeto contra el que la acción del mar es dirigida".