Hoy, mis apreciados lectores, nos remontaremos al 1541, cuando en la Capilla Sixtina, fue finalizado el fresco llamado El Juicio Final.
El Juicio Final o El Juicio Universal es el mural realizado al fresco por Miguel Ángel para decorar el ábside de la Capilla Sixtina. Miguel Ángel empezó a pintarlo 25 años después de acabar de pintar la bóveda de la capilla.
En 1535, el papa Pablo III encargó a Miguel Ángel, el más grande fresco jamás pintado que trataría sobre el Juicio Final y que se ubicaría en la pared del altar de la Capilla Sixtina. El tema estaba relacionado con lo que había sucedido en la Iglesia en los años precedentes: la Reforma Protestante y el saqueo de Roma. Por eso se intentaba representar a la humanidad haciendo frente a su salvación.
Una vez terminada, en 1541, la pintura provocó el escándalo y las críticas más violentas, pues se consideraba vergonzoso que en tan sagrado lugar se hubiesen representado tantas figuras desnudas, especialmente algunas parejas cuyas posturas podían parecer comprometidas. Según algunos obispos, el fresco no correspondía a un recinto tan sagrado como la Capilla sino a una taberna.
Se acusó a Miguel Ángel de herejía y se intentó destruir el fresco. Aunque el papa Julio III era tolerante y no se preocupó de los desnudos, a su muerte se decidiría la "corrección" del fresco colocando paños de pureza a todos sus personajes.
La persona que se ocupó de esta labor fue Daniele da Volterra, discípulo de Miguel Ángel, a quien, por este trabajo se colocó el sobrenombre de "Braghettone" o Pintacalzones; Daniele murió dos años después de iniciar el trabajo, sin haberlo terminado.
Más adelante, en 1570, cuando Miguel Ángel ya había fallecido, El Greco propuso repintar el Juicio Final pero esta vez, acorde a las ideas de la Contrarreforma. Pero para ese entonces, el fresco del Juicio Final ya era tan aceptado entre los religiosos que el Greco tuvo que abandonar Roma por decir tal locura.
La influencia del Juicio Final en otros artistas europeos posteriores fue enorme; era visita obligada para los que podían costearse el viaje a Roma, y se difundió mediante grabados debidos a artistas como Giorgio Ghisi y Martino Rota.
Como ya se ha dicho, el hecho de que un número tan elevado de personajes apareciesen totalmente desnudos en un recinto para el culto escandalizó a parte de los responsables de la Iglesia en Roma. Uno de los que más expusieron la indecencia de la pintura fue el maestro de ceremonias Biaggio de Cesana.
Se comenta que Miguel Ángel se enojó enormemente, no sólo por alterar la escena inicial, sino también por la imposibilidad de recuperarla a su estado original, dado que las ropas que cubren los cuerpos están pintadas utilizando la técnica del óleo, mientras que toda la pared lo está al fresco.
Pero Biaggio de Cesana tuvo su castigo: En la parte inferior derecha de la escena, a la entrada de los infiernos, Miguel Ángel representó a Minos, el rey del Infierno, desnudo, con orejas de burro, una serpiente enroscada a su cuerpo y con los rasgos faciales de Biaggio de Cesana.
Dicen que el prelado acudió lloroso al Papa Pablo III para pedirle que ordenase a Miguel Ángel que lo retirara del mural, y que éste, con un gran sentido del humor, le respondió lo siguiente: "Querido hijo mío, si el pintor te hubiese puesto en el purgatorio, podría sacarte, pues hasta allí llega mi poder; pero estás en el infierno y me es imposible. Nulla est redemptio."
Además, el Juicio Final está sobre el altar de la capilla, y cuando el sacerdote, en la celebración de la liturgia, dirige la mirada hacia el crucifijo que está situado en el mismo, tiene que dirigir inevitablemente su mirada hacia un punto del mural: la puerta que da acceso al Infierno.
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