Hoy, mis apreciados lectores, nos remontaremos al 1934, cuando en Turón, España, un piquete revolucionario fusiló a los Mártires de Turón.
Los Mártires de Turón o Santos Mártires de Turón es la denominación que dió la Iglesia católica a ocho Hermanos de las Escuelas Cristianas o Hermanos de La Salle y un sacerdote pasionista asesinados en 1934 en la parroquia asturiana de Turón, durante la Revolución de Asturias. Considerados mártires por la Iglesia católica, fueron canonizados en 1999. De los ocho Hermanos de La Salle, siete eran españoles y uno argentino, convirtiéndose en el primer santo de esta nación.
Dirigían el colegio Nuestra Señora de Covadonga, que había sido fundado y era sostenido por la empresa Altos Hornos de Vizcaya, que era la propietaria de las minas, única fuente de trabajo de la localidad. También fueron asesinados varios directivos e ingenieros de la empresa.
El padre pasionista Inocencio de la Inmaculada se encargaba de la asistencia sacramental de la comunidad.
Los hechos se produjeron durante la Revolución de Asturias. En el valle minero de Turón, en el corazón de Asturias, los dirigentes locales estaban convencidos de que se lograría una rápida victoria en la zona. Se pensaba tomar primero la capital de la provincia, Oviedo y luego poner a funcionar el socialismo. Los sacerdotes y religiosos fueron considerados enemigos y se dio orden de detenerlos. Muchos pudieron evadirse o esconderse, en bastantes ocasiones gracias a la intervención de los dirigentes del comité revolucionario.
Otros fueron encerrados en cárceles improvisadas y sometidos a múltiples atropellos.
A pesar de las advertencias dadas, en varios lugares se los fusiló sin piedad. Y en ocasiones ello se hizo después de una parodia de juicio popular, donde los comités revolucionarios se erigieron en tribunales y los jueces fueron los mismos verdugos. Fueron 33 los sacerdotes y religiosos asesinados. Los de Turón fueron los primeros religiosos asesinados durante la Revolución de 1934 que fueron canonizados. El 5 de octubre un grupo de revolucionarios arrestó a los ocho hermanos que trabajaban en la escuela de Turón y al sacerdote pasionista que estaba con ellos. Los nueve religiosos fueron concentrados en la Casa del Pueblo a la espera de la decisión que había de tomar el comité revolucionario.
Al atardecer del 8 de octubre de 1934 , bajo las órdenes de Silverio Castañón y Fermín García "el Casín", se abrió una zanja en el cementerio destinada a recoger los cadáveres de los hermanos, que fueron asesinados por un piquete que, a falta de voluntarios en Turón, había reclutado Silverio en las localidades de Mieres y Santullano.
El relato que hizo el historiador norteamericano Gabriel Jackson de los asesinatos de los religiosos de Turón es un poco diferente. Efectivamente fueron detenidos el día 5 de octubre "sin que recibieran malos tratos" y, según Jackson, los guardianes, "que los habían separado del resto de los prisioneros", les pidieron que se unieran a los revolucionarios, a lo que los frailes contestaron que ellos no podían ir al frente, excepto en el cumplimiento de sus deberes religiosos. "El día 8, un grupo de soldados que no pertenecían a su guardia entraron y les obligaron a marchar con el pretexto de que los llevaban al frente. Los condujeron al cementerio y allí los fusilaron".
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